El santuario de San Miguel de Aralar: patrimonio religioso e intangible en una montaña sagrada vasca
The sanctuary of San Miguel de Aralar: religious and intangible heritage on a sacred basque mountain
Para citar este artículo
Ceruti, C. (2022). El santuario de San Miguel de Aralar: patrimonio religioso e intangible en una montaña sagrada vasca. Turismo y patrimonio, (19), 9-22. https://doi.org/10.24265/turpatrim.2022.n19.01
Resumen
En las últimas décadas se observa un incremento del turismo religioso hacia los santuarios de montaña
vascos, entre los que se destaca por su patrimonio material e intangible el de San Miguel de Aralar. Construido
en las alturas de una cordelada kárstica dotada de simas y cavernas subterráneas, el templo de San Miguel
Excelsis es un monumental centro de peregrinaje cristiano ornado con leyendas medievales de dragones y
caballeros condenados. El complejo ceremonial se encuentra emplazado debajo del pico Altxueta, que ostenta
antenas de telecomunicaciones y un hito deportivo erigido por un club de montañismo local. La autora compartió
con jóvenes devotos locales la subida a pie desde el monasterio de Zamartze hasta el santuario en las alturas
de Aralar y realizó una breve ascensión en solitario a la cima Altxueta. En sucesivas visitas al templo de San
Miguel Excelsis entrevistó informalmente al sacristán custodio y a pastores que trabajan y viven a los pies del
macizo. Asimismo, se familiarizó con diversas versiones de la leyenda del caballero Teodosio de Goñi y observó
la realización de ritos populares de prevención y curación por medio del contacto con cadenas de hierro y del
inusual procedimiento denominado «escuchar al dragón».
Palabras clave: montaña sagrada, San Miguel de Aralar, patrimonio intangible, turismo religioso.
Abstract
In recent decades there has been an increase in religious tourism to Basque mountain sanctuaries, among
which San Miguel de Aralar stands out for its tangible and intangible heritage. Built on the heights of a karstic
mountain range with chasms and underground caverns, the temple of San Miguel Excelsis is a monumental Christian
pilgrimage center adorned with medieval legends of dragons and condemned knights. The ceremonial complex is
located below the Altxueta peak, which boasts telecommunications antennas and a sports landmark erected by a
local mountaineering club. The author shared with young local devotees the ascent on foot from the monastery
of Zamartze to the sanctuary on the heights of Aralar and made a short solo ascent to the Altxueta peak. In
successive visits to the temple of San Miguel Excelsis She informally interviewed the custodian sacristan and
shepherds who work and live at the foot of the massif. She also became familiar with different versions of the
legend of the knight Teodosio de Goñi and observed the performance of popular rites of prevention and healing
by means of contact with iron chains and the unusual procedure known as «listening to the dragon».
Keyword: sacred mountain, San Miguel de Aralar, intangible heritage, religious tourism.
Introducción
En el noreste de la península ibérica, debajo del manto de mitos y ritos cristianos aún muy vigentes, subyacen
antiguas creencias celtas que vinculan a las montañas del País Vasco con entidades tales como Mari, la Dama
de los Montes, los gigantescos gentiles y Basajaun, el Señor de los Bosques. Dragones y caballeros medievales
condenados a penitenciar en la montaña, también aparecen en el folclore vasco, asociados a una de sus más
enigmáticas cordeladas.
Aralar es un macizo calizo de 50 millones de años de antigüedad, que cuenta con simas, cuevas y ríos
subterráneos, destacándose en su base las cuevas de Mendukilo, un sistema de cavernas kársticas con una
temperatura interior de ocho grados. La vegetación típica de las laderas incluye hayedos, robledales, pastizales,
brezales y roquedos. La fauna consta de reptiles, anfibios, zorros, aves rapaces y buitres.
La sacralización del paisaje de la montaña vasca se recrea por medio del turismo religioso a grandes
santuarios cristianos, misas que se ofrecen en distintas ermitas de montaña, romerías o peregrinaciones colectivas
a ciertas cumbres en otoño y primavera, y prácticas rituales individuales, que implican aproximación a cruces
y otros espacios religiosos en altura. Por otra parte, la memoria oral de los pastores vascos guarda el recuerdo
de frailes mendicantes que recorrían antiguamente las cabañas y bendecían el ganado a cambio de obsequios
de queso (De la Fuente, 1991). Uno de los principales centros de peregrinaje y turismo religioso en esta región
se encuentra enclavado en lo alto del macizo de Aralar y comprende un templo medieval dedicado al arcángel
San Miguel.
Antecedentes y metodología de investigación
La revisión bibliográfica de los antecedentes de investigación, relativos a San Miguel de Aralar, pone de
manifiesto que el complejo ha sido estudiado desde un punto de vista histórico-artístico y religioso. Por ejemplo,
se identificó un trabajo dedicado al papel del santuario en un catecismo del siglo XIX (Arraiza, 1990). También
han sido estudiados los antecedentes «paganos» de Aralar en el proceso de cristianización (Charro, 2015;
Satrústegui, 1970); así como la faceta taumatúrgica de San Miguel en este particular templo (Otermin, 2004).
Un estudio puntual abordó las inscripciones en el retablo de la iglesia (Ursúa, 1992). Adicionalmente, se
elaboraron interpretaciones psicoanalíticas de la leyenda del caballero Don Teodosio de Goñi, publicadas en la
Revista de Psicoanálisis (Ugartechea, 1990). Se deduce, entonces, que resulta necesario ampliar la investigación
tomando en consideración la importancia del paisaje sagrado y realizando observaciones de carácter participante,
que permitan enriquecer la caracterización del patrimonio intangible vinculado a este prominente lugar sagrado
vasco.
En la discusión académica contemporánea cobra cada vez más peso el estudio del paisaje como escenario
de movilidades humanas relacionadas con la búsqueda religiosa y el turismo. Para tal fin, el marco teóricoconceptual se nutre de trabajos antropológicos clásicos, tales como el estudio de Eliade (1988) sobre lo sagrado
y lo profano; así como la obra de Turner (1973), dedicada al análisis de los ritos y movilidades religiosas, que
toma en cuenta la «hipótesis de la liminalidad», en la que el peregrinaje es concebido como un viaje extraordinario,
desde la cotidianeidad hacia la liminalidad del lugar sagrado, en el que gestos y creencias del peregrino
contribuyen a incrementar la sacralidad del paisaje que atraviesa.
Orientado específicamente al análisis teórico-metodológico del vínculo entre el turismo y la peregrinación,
el trabajo de Mora et al. (2017) invita a concebir a estos fenómenos en forma amplia, caracterizando como
parte del turismo religioso a cualquier desplazamiento hacia un lugar sagrado, independiente de la motivación
esgrimida por los visitantes.
En consonancia con los aportes referidos ut-supra, y a fin de complementar la investigación antropológica
del santuario de Aralar, el presente trabajo analiza el caso de este concurrido lugar de peregrinaje medieval
desde la observación participante. Queda demostrado, de este modo, que el turismo religioso, las creencias
populares de los pastores locales y las prácticas devocionales de los peregrinos contribuyen a una centenaria
construcción de esta montaña vasca como lugar sagrado y fuente de sanación física y espiritual.
La investigación de campo se desarrolló durante el verano boreal de 2019. La autora compartió con jóvenes
devotos locales la subida a pie desde el monasterio de Zamartze, en la base del cerro, hasta el santuario en
las alturas del macizo de Aralar. Realizó también una breve ascensión en solitario a la vecina cima Altxueta.
En sucesivas visitas al templo de San Miguel Excelsis entrevistó informalmente al sacristán custodio y a pastores
que trabajan y viven a los pies del macizo. Asimismo, se familiarizó con diversas versiones de la leyenda del
caballero Teodosio de Goñi y documentó la realización de ritos populares de prevención y curación mediante
el contacto con cadenas de hierro, y el inusual procedimiento denominado escuchar al dragón.
Resultados de las observaciones efectuadas en San Miguel de Aralar
El paisaje arqueológico del macizo de Aralar se caracteriza por una inusual concentración de megalitos
prehistóricos –dólmenes y menhires– que ponen en evidencia la temprana sacralidad de esta montaña. A su
vez, hay que tener presente que los topónimos que incorporan la palabra ara remiten a las aras o altares de
época romana. Los lugares sagrados de tradición cristiana se extienden desde la base hasta lo alto del monte
Altxueta e incluyen el monasterio de Zamartze, situado al pie, y el santuario de San Miguel Excelsis, en la
parte superior del macizo.
Monasterio de Zamartze y sendero a las alturas sagradas
El monasterio de Zamartze se encuentra ubicado junto al río Arakil, al pie del macizo de Aralar. La iglesia de
Santa María de Zamartze es un templo románico que data del siglo XII y ha sido declarado monumento histórico
artístico. Cuenta con un pequeño museo donde se albergan hallazgos procedentes de excavaciones realizadas en
el lugar. El monasterio aloja a sacerdotes y religiosas, entre quienes aparentemente se contaría una «monja
montañista» que «fue a los Himalayas», según lo comentado por un chofer de autobuses que trabaja en la zona.
Desde el monasterio parte un sendero boscoso y empinado, de algo más de cinco kilómetros de extensión,
que conduce a las alturas de la sierra, donde se yergue el santuario de San Miguel. La angosta senda atraviesa
un denso bosque de hayas y encinos, y áreas de afloramientos rocosos. No cuenta con estaciones de Vía
Crucis tradicionales, pero está jalonada por tres cruces de hierro, que señalan espacios apropiados para el
descanso (ver Figura 1). Su recorrido insume aproximadamente dos horas.
Figura 1 Sendero a las alturas del macizo de Aralar
(© María Constanza Ceruti)
Cumbre del monte Altxueta
El monte Altxueta alcanza una altura de 1343 metros sobre el nivel del mar. Su cumbre se yergue en las
inmediaciones del santuario de San Miguel, a media hora de ascenso a pie por terreno rocoso. También puede
ser alcanzada recorriendo un tramo de carretera de aproximadamente un kilómetro, que conduce hasta una
radio antena repetidora y a una estación meteorológica.
El punto más elevado se encuentra señalado por medio de un hito topográfico, junto al cual se observa un
característico buzón de cumbre, con forma de tronco con hacha clavada, donde los montañistas colocan los
testimonios firmados de su ascensión (ver Figura 2). Este tipo de buzones para testimonios de ascensos
deportivos han sido erigidos en varias cumbres del País Vasco, incluyendo el monte Anboto, el monte Beriaín
y el macizo de Aizkorri (Ceruti, 2020, 2021a).
Figura 2 Buzón para testimonios de cumbre en el pico Altxueta
(© María Constanza Ceruti)
Santuario de San Miguel Excelsis
El templo de San Miguel Excelsis se encuentra situado a 1237 metros, sobre un balcón natural en la
precumbre del monte Altxueta. Este fantástico emplazamiento en las alturas de Aralar permite observar
numerosas poblaciones de Navarra y Guipuzcoa; de allí que sea utilizado en ritos católicos para bendecir los
campos. Desde el santuario de San Miguel se obtiene también una vista privilegiada hacia el monte Erga,
donde se encuentra erigida la ermita de la Trinidad, y hacia la cresta del monte Beriaín, situada al otro lado
del valle, donde ha sido levantada la ermita medieval de San Donato.
Entre los pobladores de las vecinas aldeas de Arbizu y Lecumberri es muy significativa la vigencia del
culto en San Miguel de Aralar. El santuario es visitado regularmente en los fines de semana y los devotos
suelen llevar allí sus coches y camiones nuevos para que sean bendecidos inauguralmente. Es además recurrente
la afluencia de peregrinos y turistas procedentes de otras regiones de España.
Las primeras noticias documentales relativas al santuario se remontan al siglo XI, como dependencia del
monasterio de Zamartze. Aparentemente, en el lugar existía una construcción prerománica (siglo IX), probable
templo carolingio. En el siglo XII se construyó una iglesia de estilo románico, que fue consagrada en 1141 AD
(ver Figura 3).
Figura 3 Santuario dedicado a San Miguel de Aralar
(© María Constanza Ceruti)
En las inmediaciones del santuario se observa también un antiguo aljibe techado, construido para subsanar
la falta de agua en el terreno kárstico. Un pastor lugareño comentó a la autora que en recientes excavaciones
arqueológicas habían sido descubiertos «enterratorios medievales» (comunicación personal, 2019). Una búsqueda
bibliográfica permitió confirmar el dato aportado por el informante, puesto que efectivamente se realizaron
excavaciones entre 2016 y 2017, en las que fueron recuperados los restos de más de dos docenas de individuos.
Las evidencias bioarqueológicas de violencia en contexto perimortem sugieren a los investigadores la posibilidad
de que se trate de víctimas de acción bélica en el entorno del santuario (Bonthorne et al., 2018, p. 271).
El templo de San Miguel Excelsis cuenta con un nártex o atrio cerrado, en razón de la climatología adversa
que afecta naturalmente a las montañas vascas. La capilla al interior ha sido construida sobre una sima subterránea y alberga un conjunto de grandes cadenas de hierro, vinculadas ritual y simbólicamente a la leyenda
medieval del caballero Teodosio de Goñi.
Una verdadera joya románica es el retablo de esmaltes que data del siglo XII y representa a la Virgen con
el Niño y a los evangelistas. Confeccionado con 39 piezas de esmalte, placas y medallones con pedrería
semipreciosa, se dice que solamente salió del santuario en una oportunidad, para ser limpiado y exhibido en
Pamplona. Además, fue robado en 1979, pero afortunadamente pudo ser recuperado (ver Figura 4).
Figura 4 Retablo esmaltado del siglo XII
(© María Constanza Ceruti)
Ritos populares y su articulación con la leyenda de Teodosio de Goñi
Una antigua leyenda extendida en todo el mundo vasco refiere que Teodosio, un caballero navarro del
poblado de Goñi, mató a sus padres por error. Al regresar de un largo viaje, sucumbiendo a un ataque de
celos por su esposa, no dudó en asesinar a las dos personas que encontró durmiendo en su lecho, sin darse
cuenta que en realidad eran sus progenitores que estaban de visita. Teodosio marchó a Roma para pedir la
absolución papal por su parricidio. Como penitencia recibió el castigo de vivir errante en las montañas,
arrastrando pesadas cadenas de hierro que serían rotas una vez que su falta fuese perdonada. En el monte
Aralar Teodosio fue atacado por un dragón. Al invocar el auxilio del arcángel Miguel, el dragón fue muerto y
las cadenas del caballero se rompieron. En agradecimiento por la milagrosa intercesión, Teodosio mandó a
construir el lugar de culto donde actualmente se conservan sus cadenas (ver Figura 5).
Figura 5 Cadenas de hierro asociadas simbólicamente con la
Leyenda
de Teodosio de Goñi (© María Constanza Ceruti)
<
Los devotos que visitan el santuario creen que el rito de pasar tres veces por debajo de las cadenas sirve
para curar enfermedades. Además, se considera útil frotar cualquier parte afectada del cuerpo con los pesados
eslabones de hierro con el fin de quitar dolores. Con base en investigaciones de campo realizadas con
anterioridad, la autora advierte que existen similitudes con otros ritos populares en santuarios de alta montaña
vasca, como en el caso de los aros de hierro depositados en la cruz debajo de la cumbre del monte Ernio, por
donde se introduce el cuerpo de los devotos con el fin de aliviar dolencias y prevenir enfermedades (Ceruti,
2014b).
Esta investigadora tuvo oportunidad de observar, en distintas ocasiones, la realización del pintoresco rito de
escuchar al dragón, una inusual manifestación del patrimonio intangible en el santuario de San Miguel de
Aralar. El rito requiere introducir la cabeza en un hueco en la pared que comunica la capilla con la sima kárstica
debajo del templo (ver Figura 6). Los peregrinos deben permanecer en esa incómoda posición el tiempo
necesario para rezar uno o dos credos. De este modo, los devotos creen que ganan el coraje necesario para
librarse de sus fobias y resistir el miedo. Según la folletería del santuario, el rito constituye también una forma
de exorcismo contra demonios y creencias paganas.
Figura 6 Rito popular para escuchar al dragón
(© María Constanza Ceruti)
El sacristán de San Miguel de Aralar, un hombre de unos cuarenta años, conversó con la autora acerca de
la vigencia de los ritos populares en el santuario. Explicó que se han producido numerosas curaciones milagrosas,
que las atribuye al «efecto placebo».
Consideraciones acerca del santuario de Aralar y su papel en el culto Micaeliano y la mitología
vasca
Por influencias de la ruta lombarda, durante el medioevo, se erigieron santuarios en altura en distintos puntos
de Europa occidental, para conmemorar al arcángel Miguel como taumaturgo y protector de los reinos cristianos.
Tal es el caso del famoso santuario de Mont Saint Michel en la Normandía francesa, la Sacra de San Michele a
los pies del monte sagrado Rocciamelone, en el Piamonte italiano (Ceruti, 2019a); también la gruta del monte
Sant´Angelo en el macizo del Gargano, en Puglia (Ceruti, 2014a). En el País Vasco, desde el siglo X d. de C., el
culto micaeliano fue impulsado por los reyes de Pamplona para la evangelización de los vascones. De allí que
una parte de las ermitas e iglesias de Euskadi se encuentren consagradas a la advocación de San Miguel Arcángel.
En el santuario de Excelsis, San Miguel es invocado como portador de la victoria y como alférez de Cristo.
Se destaca, en este caso, su función como vencedor del demonio y sus huestes, a diferencia de otros santuarios
europeos donde las apariciones micaelianas se vinculan con la supresión de cultos paganos o el exterminio de
plagas.
La dedicación del santuario de Aralar se conmemora el 29 de septiembre y una gran romería tiene lugar
también el 8 de mayo, cuando se celebra la aparición del arcángel en la cueva del monte Sant´Angelo, en
Puglia. El último domingo de agosto es la fiesta de las absoluciones o Día del Absolbizio, fecha en que se
ganan indulgencias.
San Miguel de Aralar era atendido inicialmente por clérigos de San Agustín y posteriormente, por el clero
diocesano. Actualmente, los capellanes son designados por el obispo de Pamplona. La cofradía de San Miguel
se remonta en sus orígenes al siglo XII y cuenta con más de 1800 miembros, incluyendo a una veintena de
sacerdotes. Monaguillos y cófrades se encargan de llevar la imagen del arcángel en sus visitas a los pueblos
vecinos, actividad durante la cual se alojan en casas de otros miembros de la cofradía.
Una mirada a la mitología vasca permite ahondar en la comprensión del patrimonio intangible que se entreteje
en torno a este santuario dedicado a San Miguel arcángel. Las faldas boscosas del macizo de Aralar lo
convierten en morada de Basajaun, el mítico Señor de los Bosques del mundo vasco. Es conocido también
como Trasgus y ha llegado al folklore latinoamericano en la figura del Trauco, que ronda en los bosques más
espesos de la Patagonia (Echevarría, 1988). Por otra parte, la presencia de dólmenes prehistóricos en las
inmediaciones de Aralar permite vincular al macizo con los míticos gentiles, gigantes deformes que moran en
las montañas. Emparentados con los cíclopes mediterráneos y los trolls escandinavos, los gigantes todavía
son «vistos» ocasionalmente, según los testimonios de los pastores más ancianos (Luis del Río, comunicación
personal, 2011). Los gentiles vascos, custodios de tesoros en las montañas, también llegaron al mundo andino,
dando nombre a los yacimientos arqueológicos conocidos coloquialmente como «gentilares» (Ceruti, 2014b).
Dragones y condenados también habitan las montañas del País Vasco. Mediante la leyenda del caballero
Teodosio de Goñi, el folclore en Euskera lo asocia específicamente con el macizo de Aralar. Dichas entidades
mitológicas fueron antiguamente importadas desde el mundo alpino por los peregrinos jacobeos en camino a
Santiago de Compostela (Ceruti, 2015). Los relatos de almas condenadas en las altas montañas son frecuentes en la mitología de los pobladores Walsers que habitan a los pies del Monte Rosa, en los Alpes Occidentales
(Ceruti, 2016a); habiendo llegado a introducirse también (por la labor de sacerdotes y misioneros) entre los
devotos andinos que peregrinan en montañas sagradas del sur de Perú y el norte de Argentina (Ceruti, 2013).
Los relatos de dragones son característicos de los Alpes Orientales y aparecen asociados a montañas
sagradas de las Dolomitas, como el Sasso della Croce (Ceruti, 2018a). También se hacen presentes dragones
en la mitología eslava, vinculados a la coronación de reyes en colinas sagradas al pie de los montes Tatras
(Ceruti, 2018b). Los dragones suelen aparecer en el folclore europeo para encubrir antiguos ritos celtas de
sacrificios humanos y de animales, aspecto que se pone en evidencia en la mitología relativa a Udalaitz, la
«montaña del dragón» en el País Vasco (Ceruti 2021b).
Figura mítica sobresaliente en el mundo vasco, la diosa Mari de las montañas mora en los picos más abruptos
y prominentes, tales como Anboto y Txindoxi (Ceruti, 2011) o la vertiginosa cumbre Aketegui, en el macizo de
Aizkorri (Ceruti, 2021a). Sin embargo, la mitología de Mari no parece ocupar un sitio destacado en el imaginario
relativo a esta parte del macizo de Aralar, aspecto que podría responder a la ausencia de picos abruptos en el
sector del monte Altxueta (que pudiesen servir a la diosa como morada). Además, hay que tener en cuenta la
obvia preponderancia del componente masculino en el culto micaeliano.
Conclusiones
En el presente trabajo se analiza leyendas y prácticas rituales vinculadas al patrimonio intangible y al turismo
religioso en el santuario vasco de San Miguel de Aralar, en el noreste de España. Se ve que la toponimia del
macizo incorpora la palabra ara, que remite a las aras o altares de época romana; si bien la sacralidad de
esta cordelada es aún más temprana y se remonta a la prehistoria, tal como lo deja en evidencia la notable
concentración de megalitos, dólmenes y menhires, que el imaginario vasco conecta con las figuras de los míticos
gentiles.
En el mundo celta, la cristianización de las montañas «paganas» requería de la intervención de figuras de
santos que realizaban prácticas ascéticas en sus alturas. Tal es el caso de San Patricio, que ayunó durante cuarenta
días en Croagh Patrick, la montaña más sagrada de Irlanda (Ceruti, 2016b). En el macizo de Aralar, la fundación
de un santuario dedicado a San Miguel ha quedado legitimada simbólicamente por medio de la leyenda medieval
del caballero Teodosio de Goñi, involuntario parricida y penitente errante, cuyas pesadas cadenas fueron rotas
por intercesión del arcángel, ante el inminente peligro de ser atacado por un dragón. De alguna manera, la figura
del caballero arrepentido se asemeja también a la de ciertos ermitaños, como San Gil, que se estableció en el
monte Puig Mal, una de las principales montañas sagradas de Cataluña (Ceruti, 2019b).
Legendarios dragones suelen hacerse presentes en montañas de Europa oriental, en las que en tiempos
precristianos se llevaron a cabo sacrificios humanos o de animales (Ceruti, 2018a y 2018b). Por su parte, los
relatos de almas condenadas penando en las alturas montañosas se escuchan frecuentemente en los Alpes
occidentales. Introducidas a la península ibérica por antiguos peregrinos jacobeos, las figuras de dragones y
condenados cobran particular importancia en la mitología vasca en torno al macizo de Aralar.
El santuario de San Miguel in Excelsis sobresale entre otros centros de peregrinaje vascos por la riqueza
de su patrimonio arquitectónico, paisajístico e intangible. A más de 1200 metros de altitud, debajo de la cima
del monte Altxueta, ha sido construido sobre una oquedad subterránea y alberga un conjunto de grandes cadenas
de hierro, vinculadas ritual y simbólicamente a la leyenda de Teodosio de Goñi.
Estas alturas consagradas a San Miguel son visitadas actualmente por pastores lugareños, peregrinos de
otros rincones vascos, turistas interesados en los santuarios micaelianos y noveles propietarios de automóviles
y camiones, que desean ver ‘bautizados’ a sus vehículos, bajo la protección del arcángel. Desde el panorámico
emplazamiento en las alturas de Aralar se avistan decenas de poblaciones vascas, por lo que el santuario
medieval es aún hoy en día elegido para ‘bendecir los campos’, con la realización de sincréticos ritos de
propiciación agrícola.
La investigación de campo permite destacar la importancia del componente religioso en el acercamiento
que los turistas realizan a este santuario. Si bien la vista panorámica desde las alturas del macizo de Aralar
resulta uno de los principales atractivos, el interior del templo es accedido por la mayoría de los visitantes. La
permanencia suele prolongarse por largos minutos, mientras se observa el cumplimiento de gestos característicos
de las visitas a templos católicos –persignarse, arrodillarse frente al altar, rezar padrenuestros y avemarías,
etc.– A la ritualidad católica tradicional se agregan los peculiares ritos inspirados en las andanzas del caballero
penitente Teodosio de Goñi. Nos referimos a devociones populares propias de este santuario que incluyen la
costumbre de introducir la cabeza en una oquedad con el fin de «escuchar al dragón para adquirir coraje» y el
rito de pasar tres veces por debajo de grandes cadenas de hierro, para curar enfermedades y quitar dolores.
Ya sea en un marco de profunda solemnidad o barnizados con un tinte humorístico, dichos gestos rituales
tienden a ser cumplidos religiosamente por los turistas procedentes de distintos rincones del mundo vasco.
Una minoría de peregrinos también realiza el esforzado ascenso a pie desde la base de la montaña hasta
las alturas del santuario. Al turismo religioso encarado por visitantes locales y foráneos se suman senderistas
y corredores de carreras de larga distancia, quienes vinculan físicamente al santuario de Excelsis con la ermita
dedicada a San Donato en el monte Beriaían y la ermita de la Trinidad, en el monte Erga. El templo de Aralar
queda convertido así en parte de una red de lugares sagrados en altura, característica de este rincón del territorio
vasco, cuyo estudio será motivo de una próxima investigación.
Conflicto de intereses
La autora no tiene conflicto de intereses con el contenido de este trabajo.
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María Constanza Ceruti
Universidad Católica de Salta, Argentina.
Graduada con Medalla de Oro en Antropología y Arqueología en la UBA. Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Cuyo. Investigadora del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesora titular en la Universidad Católica de Salta. Miembro de la Academia
Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Autora de 25 y más de 100 trabajos científicos sobre montañas sagradas y arqueología de altura. Se ha desempeñado
como conferencista en universidades de Norteamérica y Europa y ha recibido numerosos premios y distinciones, incluyendo la Medalla de Oro de
la International Society of Woman Geographers. Exploradora emergente de la National Geographic Society. Premio al Coraje de Wings Worldquest. Doctorado
Honorario en Humanidades y Letras por la Universidad Moravian College y disertante distinguida en antropología por la Universidad de West Georgia.
constanza_ceruti@yahoo.com
ORCID:
https://orcid.org/0000-0001-8877-5086