PUESTA EN VALOR TURISTICA DEL PATRIMONIO CULTURAL:

EL CASO DE LAS TENERÍAS DE LA MEDINA DE MARRAKECH

CULTURAL HERITAGE ENHANCEMET FOR TOURISM: THE CASE OF THE TANNERIES AT THE MEDINA OF MARRAKESH

Nour Eddine Nachouane

Instituto de Estudios Hispano-Lusófonos,

Universidad Mohamed V, Marruecos

Aicha Knidiri

Universidad Cadi Ayyad, Marruecos

*Correspondencia: nachouane@hotmail.com

Recibido: 30 de mayo de 2019                                                                                                                                                               

Aceptado: 4 de setiembre de 2019

 

DOI: https://doi.org/10.24265/turpatrim.2019.n13.08

 

Para citar este artículo

Nachouane, N. E., & Aicha, K. (2019). Puesta en valor turística del patrimonio cultural. Turismo Y Patrimonio, (13), 115-126. https://doi.org/10.24265/turpatrim.2019.n13.08

RESUMEN

Este trabajo presenta uno de los resultados obtenidos en una investigación de especialidad en turismo. Se plantea una propuesta para la valoración del patrimonio cultural de las tenerías de Dar Debbagh en Marrakech, con el fin de crear un centro de interpretación dedicado a los curtidores y al trabajo del cuero. Teniendo como base los principios de la interpretación patrimonial, analizamos los aspectos que pueden hacer de estas famosas tenerías un recurso patrimonial y una oferta turística cultural de calidad.

Palabras clave: tenería, interpretación del patrimonio, patrimonio cultural, turismo.

ABSTRACT

This paper presents some of the results of a Ph.D. thesis on Tourism Studies that presents a proposal for the enhancement of the cultural heritage at the Dar Debbagh tanneries in Marrakesh. The project proposes the creation of an interpretation center devoted to tanners and the processing of leather. Following the principles of heritage interpretation, we analyze the assets that can contribute to make these tanneries a heritage resource and a quality destination for cultural tourism.

Keywords: tannery, heritage interpretation, cultural heritage, tourism.

Introducción

La literatura dedicada a los recursos turísticos tiende a enmascarar un hecho esencial: la presencia en un lugar de elementos supuestamente atractivos no basta para dar origen a un lugar turístico. Podríamos fácilmente mostrar, en efecto, que existen entre los espacios que gozan de recursos famosos más lugares vacíos de turistas que lugares concurridos. A la inversa, es fácil poner en evidencia qué lugares mal provistos de dichos recursos han sido objeto de interés turístico más precozmente que otros mejor proveídos.

Para hablar de atractivo turístico no basta con colocarse desde el punto de vista de los lugares y de sus cualidades intrínsecas. Conviene adoptar el punto de vista de los actores y de sus proyectos. Desde esta óptica, el atractivo turístico es el resultado de una (re)interpretación, por los turistas mismos y por los actores de las esferas comerciales y territoriales del turismo y las calidades de los lugares.

Tomando como base la investigación titulada «La puesta en valor turística del patrimonio cultural inmaterial: retos, contextos y estrategias de intervención. El caso del artesanado tradicional en la medina de Marrakech a la luz de las experiencias españolas, Murcia y Granada» (Nachouane, 2015), nuestro trabajo sobre los curtidores de Marrakech muestra que la búsqueda del sentido de la visita, a la que aspiran los visitantes actuales, implica que más allá de las motivaciones económicas de la puesta en valor de un sitio, hay que tomar en consideración las dimensiones sociales, culturales, éticas y medioambientales. Es esta calidad global que se debe alcanzar en lo sucesivo. En vista de lo cual, presentamos los resultados de nuestra investigación sobre el trabajo tradicional de los curtidores y proponemos un proyecto preliminar de valorización de las tenerías de Dar Debbagh, el Barrio de los Curtidores, en la medina de Marrakech.

Procedimiento metodológico

La información se obtuvo por medio de notas de campo, observación directa, estática y participativa, y entrevistas.

Notas de campo

En una investigación que estudia el espacio como el lugar de interacciones entre varios actores, es necesario informarse de los diferentes aspectos que lo componen, así como registrar los diferentes elementos que lo caracterizan y lo identifican, particularmente en el papel que juega en estas interacciones. En este sentido, las notas de campo constituyen una primera etapa de la observación y recojo de información. Permiten caracterizar los lugares en su materialidad, su morfología, sus disposiciones, su papel social y económico. En suma, analizar la escena con los elementos que participan en las dinámicas espaciales con el fin de establecer el vínculo entre la materialidad y las manifestaciones sociales y económicas que tienen lugar en él.

En el barrio de los curtidores, las notas de campo consistieron en determinar los espacios de los artesanos, los comercios, los accesos y recorridos de los turistas, las estrategias de los guías locales, y los servicios turísticos existentes. Esto nos permite definir las lógicas de los actores, las acciones y las interrelaciones que describen la naturaleza de la actividad turística y su impacto sobre los artesanos y los saberes locales.

Observación

La observación estática consiste en situarse en un lugar y observar el progreso de los actores que nos interesan, particularmente los turistas. Esto permite poner a prueba la representación de los lugares y su atractivo. También recurrimos a la observación móvil y participativa, lo que se logró gracias a una red de amigos artesanos que nos permitió entrar en el seno de la comunidad de los curtidores, haciendo un período de prácticas durante dos semanas (la primera en mayo de 2017 y la segunda en enero de 2018). Esta experiencia nos permitió estar presentes en la vida diaria de los artesanos y verlos de cerca en situaciones reales; en el transcurso de la misma recogimos sistemáticamente datos e información.

Entrevistas

La investigación cualitativa es particularmente eficaz para conseguir información específica sobre los valores, las opiniones, los comportamientos y los contextos sociales de la población investigada. Permite determinar los enlaces entre el objetivo de la investigación y la calidad de la población a investigar. Así pues, interrogamos a los turistas que visitaban Dar Debbagh con el fin de recoger sus experiencias, sus percepciones sobre el patrimonio artesanal y sus relaciones con la población local, particularmente los curtidores.

                     Figura 1. Plan general de las tenerías de Marrakech.

 

Dar Debbagh: recurso turístico y experiencia cultural

Dar Debbagh, el barrio de los curtidores, es uno de los lugares más simbólicos entre los espacios de artesanos de la medina de Marrakech, un emplazamiento histórico que acompañó la fundación de Marrakech por los Almorávides en el siglo XI de nuestra era. Actualmente el sitio es un lugar ineludible para los turistas culturales aficionados a lo tradicional. Situado al este de la medina en una zona especialmente «popular» de la ciudad, se halla próximo al que fuera hasta mediados del siglo XX el barrio de los alfareros, ya que ambos oficios son considerados contaminantes y deben estar lejos de los barrios residenciales. El sitio alberga 23 tenerías especializadas en el tratamiento de las pieles y la fabricación del cuero. La más importante, llamada Dar Debbagh Lkbira, la Gran Curtiduría, será el objeto de nuestro estudio.

El turista puede acceder a las tenerías de la medina de Marrakech por tres sitios principales: desde el Norte por la calle Bab Debbagh (si viene a pie desde el centro de la medina o en taxi hasta el exterior de la puerta del mismo nombre) y desde el Sur, a través de la puerta nueva abierta en la muralla para la circulación rodada. Este último acceso es el preferido por los turistas que vienen en taxi, ya que permite llegar a la puerta misma de las tenerías al bajarse del vehículo.

 Figura 2. Descripción de una visita turística en Dar Debbagh.

 

Desde los diferentes accesos se tiene una experiencia parecida al llegar al sitio: el turista se encuentra con la presencia de una multitud de guías espontáneos que le abordan ofreciéndole sus servicios. El visitante, normalmente receloso de los lugareños que le abordan, responde con evasivas y presta poca o nula atención a lo que le dicen cortésmente en varios idiomas. Quiere una experiencia auténtica pero no está dispuesto a asumir riesgos. En las proximidades no hay elementos familiares como cafés para turistas o tiendas al estilo occidental, ni bancos para sentarse. «No es un mundo para vivir en él», piensa. La presencia de otros turistas le conforta, también ellos parecen dispuestos a pasar por la pasajera incomodidad de vivir una aventura. Se sumerge así, privado de indicaciones y armado de sus prejuicios, en una aglomeración de trabajadores de toda suerte afanados en sus tareas. Está a punto de encontrar la realidad. Va a ver hombres trabajando en condiciones difíciles, inhabituales y molestas, va a gozar de un ticket de ida y vuelta al mundo extraño y violento del trabajo que se desarrolla aquí, lejos de los clichés. No hay nada exótico en todo esto, excepto el visitante mismo.

La visita propiamente dicha se resume en un rápido recorrido por un circuito que circunvala el área de trabajo de la única tenería visitable, Dar Debbagh Lkbira, la Gran Tenería. Las explicaciones que ofrece el guía, en términos corteses y normalmente en la lengua del turista, apenas sirve para entender qué es lo que se hace en una tenería, y la brevedad de la visita no ayuda. Por otra parte, la suciedad y mal olor de un sitio en el que se curten pieles mediante cal viva y guano hace de la visita una experiencia ambivalente: una mezcla indefinible de atracción y asco.

La observación participativa pone de relieve la relación de tensión que existe entre los visitantes y los artesanos. Es una visita corta, casi hostil, en la que no se tiene contacto alguno con los trabajadores, a menos que se intente fotografiarles (en cuyo caso responderán con gritos al intento). Solamente la presencia del guía acompañante garantiza el derecho del turista a estar en el sitio, y aun así tiene continuamente la impresión de ser un intruso, de estorbar.

Las entrevistas con los turistas muestran que todo lo que rodea al visitante evoca en él dos miedos a los que habitualmente no está expuesto y que solamente puede soportar por un tiempo limitado: el miedo a la suciedad, generada por el trabajo que se hace a su alrededor, y el miedo atávico generado por los trabajadores, individuos de los que inconscientemente recela. La ausencia durante todo el proceso de una figura que el turista reconozca como autoridad oficial, garante de su seguridad, es muy importante en este sentido: no hay a quien acudir. Por no haber siquiera un cartel explicativo digno del nombre. El que existe cerca de la puerta de Bab Debbagh es un puro trámite y pasa completamente desapercibido.

La mayoría de los turistas entrevistados adopta un distanciamiento marcado por el miedo, la indiferencia, y, naturalmente, el asco –cómo es posible esto en pleno siglo XXI–. Otros revelan una mirada marcada más bien por la compasión, o muestran cierta indignación.

Acabada la visita llega el momento que más le importa al guía: acompañar a los turistas a la tienda con el fin de ver «el producto final»: bolsos, carteras, babuchas, toda suerte de artículos de cuero. Y poco más. Los turistas interrogados no esconden su decepción, afirmando que es un sitio que hay que visitar una vez y al que no tiene sentido volver. Pero bueno, es algo que contar, una experiencia exótica. Una aventura oriental, la única que se pueden permitir.

De la tenería tradicional al centro de interpretación Dar Debbagh

Fundamentación teórica

«La gestión de interpretación del patrimonio tiene por objeto crear y orquestar un encuentro entre un recurso y un visitante. Este recurso es bien un objeto, bien un territorio, bien sea un sitio» (Hill & Cable, 2006, pp. 55-56). Desde de esta lógica la interpretación puede hacerse para valorizar la historia, la naturaleza y/o la cultura en sus dimensiones materiales, inmateriales y humanas, desde el respeto a la autenticidad del patrimonio. Está totalmente centrada en el visitante con el fin de hacerle vivir una experiencia inolvidable e instructiva. Así, la interpretación es una gestión que va hacia nuevas formas de valorización, de mediación, una acción que busca el modo de proporcionar al visitante un cierto número de herramientas de apreciación y de comprensión (Dupont, 1997).

Como toda operación orientada hacia el público, la interpretación responde a limitaciones de marketing. El desafío consiste en la calidad de la propuesta. Por un lado, la accesibilidad y las visitas de un lugar patrimonial pueden ser administradas para tomar en consideración a la vez la protección del sitio y las esperanzas de los visitantes. Por otro, el conocimiento del patrimonio, que constituye una de las llaves de la apreciación de la visita, puede ser aportado por técnicas de interpretación, sin constituir por eso la sola modalidad de la experiencia vivida (Giraud-Labalte, Morice, & Violier, 2009, p. 28).

White (2005) define los productos turístico-culturales como la elaboración de un sistema diverso e integrado. Las estrategias de interpretación (presentación, exposición, conservación y promoción), tienen por objeto producir un conjunto de mensajes, actividades y equipos que ofrecen al turista consumidor una serie de reglas cognitivas, informativas y lúdicas. Como señala Padró (2002), el «producto», en términos comerciales, no es el patrimonio mismo, sino las experiencias y los servicios que son creados a su alrededor. Añade que la planificación interpretativa tiene por objeto administrar un producto patrimonial, favoreciendo al turismo cultural y ecológico y contribuyendo a una utilización social y democrática.

Los especialistas de la interpretación son unánimes sobre el hecho de que no hay una metodología precisa para todos los recursos patrimoniales; sin embargo, son unánimes sobre las principales acciones que hay que ejecutar. En nuestro caso de estudio, después de haber definido los recursos existentes, estructuramos la oferta futura de Dar Debbagh y su espacio temático teniendo en cuenta los criterios siguientes:

           Elementos de conexión temática: lugares o monumentos que serán señalizados de modo que informen sobre las características de ciertos aspectos que componen el espacio en cuestión.

           Elementos que delimitan el espacio temático: ofrecen información y servicios sobre el territorio (señalización, oficina de información turística, etc.).

           Espacio temático monográfico: propuesto como el elemento más atractivo, vinculado al concepto clave de interpretación.

           Servicios complementarios: engloban todos los servicios necesarios para los visitadores (restauración, estacionamientos, visitas guiadas, comercios, etc.).

La última fase del proyecto es la evaluación. Dado que la planificación es un proceso continuo en el tiempo, la evaluación debe corregir y volver a discutir las diferentes intervenciones.

Pasos metodológicos hacia una interpretación del patrimonio cultural de Dar Debbagh

Ubicar y delimitar el territorio

Se trata de identificar los conjuntos patrimoniales más significativos para poder hacer una lectura del territorio. El territorio aparece a ojos de los turistas como un puzzle, de ahí la necesidad de «fabricar un sentido» de modo que el visitante constate que la experiencia forma parte de un enfoque uniforme, basado en una estructura temática organizada alrededor de un criterio clave de interpretación.

Situación geográfica de Dar Debbagh

El barrio Dar Debbagh se sitúa al este de la medina de Marrakech, en las inmediaciones de la puerta de Bab Debbagh. Respeta así la jurisprudencia propia de la ciudad islámica, que exige que los oficios contaminantes se sitúen en los extremos de la ciudad por razones de limpieza y bienestar de los habitantes. El barrio limita al norte con Tabhirt[1], el antiguo barrio de los alfareros. La proximidad de las dos industrias, curtiduría y alfarería, es no solo de orden económico y tecnológico, sino también de orden simbólico y espiritual.

Figura 3. Curtidores y alfareros de Marrakech 1917 (Inspección Regional de Monumentos, Marrakech).

Sidi Yaqub, el santo protector

Como todos los barrios de Marrakech, Dar Debbagh está bajo la protección de un santo, Sidi Yaqub el curtidor, patrón de los curtidores.

Los curtidores cuentan que Sidi Yaqub era un maestro curtidor conocido por su rectitud, se encerraba en su taller para cumplir sus oraciones. Fascinado por la santidad de su maestro un aprendiz le pidió un día el favor de rezar con él. Sidi Yaqub aceptó. Ambos se encerraron en el taller y el patrón le ordenó al joven cerrar los ojos. Al cabo de un instante le dice «abre los ojos»; el aprendiz miró a su alrededor y vio con estupor que se encontraba en La Meca en compañía de su maestro. La oración acabada, le ordenó cerrar los ojos y al cabo de un instante se encontraban en el taller de nuevo, como si nunca se hubieran ido. Sidi Yaqub ordenó al aprendiz que no divulgara el secreto a nadie, algo demasiado difícil para el joven. Al anuncio del milagro, la muchedumbre se precipitó hacia Dar Debbagh Lkbira para recibir la bendición de Sidi Yaqub. Enloquecido por la gente que lo asediaba de todas partes, el santo se precipitó, deseoso de escapar, en una poza de aguas negras (ifred) y desapareció. En recuerdo de su santidad los curtidores construyeron un santuario. El mausoleo de Sidi Yaqub, situado a la entrada de Dar Debbagh, es testimonio, todavía hoy, de la importancia del santo protector en el imaginario de los curtidores.

La puerta del barrio de Dar Debbagh

La puerta de Bab Debbagh es considerada la puerta más compleja de la ciudad. Para atravesarla es necesario cambiar cinco veces de dirección. Deverdun (1959) señala que el patio interior es una añadidura de época almohade. El bastión y el patio exterior también serían sofisticaciones tardías a partir de una planta original en codo simple similar a la de Bab Aylan, pero faltan textos para fechar las ampliaciones.

El mercado de materias primas: las alhóndigas

El barrio de los curtidores es también un lugar de distribución de las materias primas necesarias para la fabricación del cuero tradicional. El funduk (alhóndiga), llamado localmente Taqqout, tiene a la venta los diferentes productos necesarios para el trabajo del cuero: cal, sal, salvado de trigo, paja, tanino vegetal, colorantes como amapolas, alheña, madera de cedro, azafrán, corteza de granada, aceite, guano de paloma, etc.

                                      Figura 4. Bab Debbagh, puerta monumental.

 

Definición del patrimonio a interpretar: la inmaterialidad de las tenerías de Marrakech

Esta etapa se considera como el objetivo principal del proceso de la interpretación. Primero se muestra que el trabajo de los curtidores es un ejemplo concreto de la riqueza de los oficios tradicionales en materia de producción industrial, un proceso ancestral que respeta a la naturaleza y al ser humano. El trabajo de la piel tiene una importante dimensión simbólica. Según la concepción tradicional de los obreros de Dar Debbagh, la piel está dotada de vida del mismo modo que un ser humano. Llega muerta a la curtiduría pero las largas operaciones de curtido la resucitarán, haciéndola renacer a una segunda vida. Los obreros lo afirman y la terminología técnica lo revela: la piel «come», «bebe», «duerme», «nace». En esta concepción, cada gesto técnico está dotado de un significado simbólico particular y constituye una etapa de la lenta ascensión de la piel hacia una nueva vida.

Figura 5. Proceso y simbolismo del trabajo del curtidor.

Diseñar y estandarizar la señalética

La señalética ha sido siempre un tema controvertido en el turismo. Los paneles exteriores pueden adoptar diversas formas: tableros rectangulares, pupitres, mesas, etc. Son eficaces para acoger al público sobre un sitio; en este caso, son sobretodo, soportes de información para que el visitante conozca acerca del lugar donde se encuentra, así como las oportunidades y actividades de conocimiento que se le proponen (itinerarios, horarios de apertura, panel de posibles actividades, etc.).

Definir los servicios turísticos a brindar

En la actividad turística existen diversos servicios esenciales para su buen desarrollo como actividad y como fenómeno social. Los servicios básicos son el hospedaje, la alimentación, el transporte, las visitas guiadas, los comercios, etc. Son los mínimos obligatorios que espera el turista para tener garantizada la seguridad que requiere el verse envuelto en un entorno social distinto al habitual.

                         Figura 6. Ejemplos de puesta en valor turística de los accesos de la tenería.

 

Evaluación

Como su etimología latina e-valuere indica, la evaluación consiste en «sacar el valor» de lo que es evaluado. Debe sobrepasar así la simple medida de desviación entre una situación dada y una base de objetivos preestablecida para cavar en el porqué de los resultados obtenidos. La evaluación consiste, por lo tanto, en interpretar los datos proporcionados para construir un juicio sobre el valor del proyecto y sobre sus impactos.

Conclusiones

La protección, la conservación, la interpretación y la presentación del patrimonio son una apuesta importante y un objetivo fundamental de las políticas turísticas en las ciudades históricas. Uno de los primeros objetivos de los sitios culturales debería ser mostrar el significado del patrimonio y el fundamento de la necesidad de su conservación. Una aproximación intelectual y emocional de respeto a los valores del patrimonio es esencial en este sentido, porque los programas de interpretación pueden despertar la conciencia del público y asegurar la preservación en el tiempo de este patrimonio. El proyecto, que proponemos en este trabajo, busca la revitalización del patrimonio y evitar la musealización que acecha a la ciudad histórica y sus artesanos.

Referencias

Deverdun, G. (1959). Marrakech des origines à 1912, 2 vol., Rabat.

Dupont, D. (1997). L’interprétation pour vivre et comprendre le patrimoine », dans L’interprétation du Patrimoine. Cahier Espace, 0, 1-5.

Hill, S., & Cable, T. (2006). The concept of authenticity: implications of interpretation. Journal of Interpretation Research, 11(1), 5563.

Giraud-Labalte, C., Morice, J. R., & Violier, P. (2009). Le patrimoine est-il fréquentable ? Angers: Presses de l’Université d’Angers.

Nachouane, N. E. (2015). La puesta en valor turística del patrimonio cultural inmaterial: retos, contextos y estrategias de intervención. El caso del artesanado tradicional en la medina de Marrakech a la luz de las experiencias españolas, Murcia y Granada (Tesis doctoral). Universidad de Murcia, España.

Padró, J. (2002). La interpretació del patrimoni i l’elaboració de projectes de turisme cultural, en Territori i paisatge. Natura i Art, (d’Humanitats, núm. 15) Girona, Universitat de Girona, Ajuntament de Girona.

White, C. J. (2005). Culture, Emotions and Behavioural Intentions: Implications for Tourism Research and Practice. Current Issues in

Tourism, 8(6), 510-531. doi: 10.1080/13683500508668234

Nour Eddine Nachouane

Profesor investigador en el Instituto de Estudios Hispano-Lusófonos y miembro del Observatorio de las Transformaciones del Mundo Árabe (OTMA). Doctorado en Ciencias Sociales por la Universidad Cadi Ayyad de Marrakech en cotutela con la Universidad de Murcia (España) en 2015. Coordinador de proyectos relacionados con la protección del patrimonio en Marruecos y España. Los más importantes fueron en colaboración con el Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la ciudad (LAAC) de Granada sobre los jardines históricos del Agdal como patrimonio hidráulico; posteriormente, en colaboración con el Patronato de la Alhambra, sobre técnicas ancestrales en los oficios de construcción tradicionales, en las dos orillas del Mediterráneo (la región de Andalucía y la región septentrional de Marruecos).

nachouane@hotmail.com

 

Aicha Knidiri

Encargada de proyectos en la Unesco Maghreb, titular de un doctorado en geografía de la Universidad Cadí Ayyad de Marrakech en cotutela con la Universidad de Ginebra. Miembro del Observatorio de las Transformaciones del Mundo Árabe (OTMA). Ha trabajado intensamente sobre cuestiones relacionadas con los recursos patrimoniales de las zonas rurales y su relación con el turismo.

aysha.knidiri@gmail.com



[1] En amazigh tabhirt significa jardín de plantación de árboles frutales. Hasta una época muy reciente fue un barrio de alfareros.